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Día del trabajo…

…y en el fondo el ojo que todo lo ve.

hoy se celebra el labourday o el dia del trabajo, una ironia para los que no lo tienen y un recordatorio de lo que pueden perder los que aun lo conservan.
me gustaria dar animos a todos los parados y poderles decir, de verdad, y no como lo hacen los politicos, que el paro ha tocado fondo y que de aqui en adelante no queda mas que recuperarse, pero la prudencia y el devenir de los acontecimientos me empujan a ser pesimista en este dia.
seguramente esto vaya a peor, probablemente hayamos caido en un pozo del que no hay salida posible ni sostenible durante mas tiempo. el capitalismo ha muerto y con el un paradigma basado en el despilfarro y la esquilmacion de los recursos del planeta para el beneficio real de unos pocos hombres de dudosa humanidad.
pero ir a peor, siendo lo que va a peor un sistema podrido que nos reduce a la mayoria a meros objetos de intercambio, a simples borregos obedientes, no es sinonimo de catastrofe ni motivo para echarse a llorar, porque no perdemos, sino que ganamos mucho mas, y no me refiero a ganancias materiales, me refiero a humanidad, a eso que casi hemos perdido por cederle terreno al individualismo y al egoismo sin medida que nos han estado inyectando; todos sabemos quienes y como.
en el fondo todas estas catastrofes nos anuncian un nuevo futuro, un terreno diafano, cuando todo lo que conocemos se derrumbe y se haga añicos, donde podremos construir una forma de vida acorde a nuestra verdadera naturaleza, con ritmos y modos de ser diferentes a los actuales.
animo, ya queda poco; no tengamos miedo y amemonos mucho, que eso es lo que les jode.

Drama.

Como decía Ortega: «sólo hay drama cuando no se sabe lo que va a pasar», y eso es precisamente lo que va a pasar, un drama, ya que el que escribe ésto acaba de finalizar la prestación del paro y no encuentra trabajo ni debajo de las piedras.
Pero lo que va a pasar no es tan difícil de adivinar, pues ya les está pasando a muchas familias españolas. No hay más que encender el televisor para verlo. Probablemente habrá que empezar a dejar de pagar algunas cosas que hasta ahora parecían necesarias pero que en adelante pasan a ser superfluas, y por lo tanto innecesarias, prescindibles, como la comunidad, o el teléfono, o el cole de los nenes, o la linea de Internet (éste puede ser uno de mis últimos post en mucho tiempo). Poco a poco las reservas se irán agotando y, de durar esta crisis lo necesario, llegaremos a saborear la amarga indigencia; a pedir para comer, a rebuscar en los cubos de basura, a peregrinar sin descanso en busca de los despojos que le sobran a la sociedad. Estamos al borde del precipicio que separa la decencia de la decadencia.

«Sólo me es seguro lo inseguro e incierto. No hay adquisición humana que sea firme. Aun lo que nos parezca más logrado y consolidado puede desaparecer en pocas generaciones. Eso que llamamos «civilización» -todas esas comodidades físicas y morales, todos esos descansos, todos esos cobijos, todas esas virtudes y disciplinas habitualizadas ya, con que solemos contar y que en efecto constituyen un repertorio o sistema de seguridades que el hombre se fabricó como una balsa, en el naufragio inicial que es siempre el vivir-, todas esas seguridades son seguridades inseguras que en un dos por tres, al menor descuido, escapan entre las manos de los hombres y se desvanecen como fantasmas». Ortega y Gasset.

Siempre queda la esperanza…