esta cita viene que ni pintada ahora, en estos tiempos tan agitados y reveladores, en este tiempo del no tiempo que ya se acerca a su fin, tras lo cual algunos evolucionaran hacia formas superiores y otros sucumbiran en la gran batalla que ya ha comenzado, la batalla por la liberacion, por la unidad, por la paz, por la conciencia; una batalla que solo puede librarse desde el conocimiento de la verdad, verdad que solo el amor mas puro puede ofrecer. despierta.
—¡Oh, si fuera posible saber! —exclamó Knecht—. ¡Si hubiera una doctrina o algo en que poder creer! Todo se contradice, todo pasa corriendo, en ningún lugar hay certidumbre. Todo puede interpretarse de una manera y también de la manera contraria. Se puede explicar toda la historia del mundo como evolución y progreso, y también considerarla nada más que como ruina e insensatez. ¿No hay una verdad? ¿No hay una doctrina legítima y valedera?
El maestro nunca había oído hablar con tanta vehemencia. Adelantóse un trecho más, luego dijo:
—¡La verdad existe, querido! Mas no existe la “doctrina” que anhelas, la doctrina absoluta, perfecta, la única que da la sabiduría. Tampoco debes anhelar una doctrina perfecta, amigo mío, sino la perfección de ti mismo. La divinidad está en ti, no en las ideas o en los libros. La verdad se vive, no se enseña. Prepárate a la lucha, Josef Knecht, a grandes luchas; veo claramente que éstas han comenzado ya.
El maestro nunca había oído hablar con tanta vehemencia. Adelantóse un trecho más, luego dijo:
—¡La verdad existe, querido! Mas no existe la “doctrina” que anhelas, la doctrina absoluta, perfecta, la única que da la sabiduría. Tampoco debes anhelar una doctrina perfecta, amigo mío, sino la perfección de ti mismo. La divinidad está en ti, no en las ideas o en los libros. La verdad se vive, no se enseña. Prepárate a la lucha, Josef Knecht, a grandes luchas; veo claramente que éstas han comenzado ya.
El juego de los abalorios. H. Hesse.
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