Archivo de la categoría: Goethe

Los sufrimientos del joven Werther. (2).

Segunda parte de lo que subrayé en éste libro tan apasionado y romántico, tan trágico, tan hermoso a la vez que mágico. Espero que os aproveche al igual que lo hizo conmigo en su día:

Desde que ando todos los días entre la gente y veo lo que hacen y cómo se afanan, estoy mucho mejor conmigo mismo.

Sentimos muchas veces que nos falta algo y que lo que precisamente parece faltarnos a menudo parece que lo tiene otro, al cual entonces le atribuímos todo lo que tenemos, además de una cierta facilidad ideal. Con eso queda perfecto ese ser feliz, que no es sino nuestra propia creación.

No hay en el mundo una alegría auténticamente tan cálida como abrirse y franquearse con alguien.

A diario noto que tontería es medir a los demás por uno mismo. Y como tengo tanto que hacer conmigo mismo, y este corazón está tan tormentoso… ay, de buena fe dejo ir a los demás por su camino, con tal que me dejen ir por el mío.

La calma del espíritu es una cosa espléndida, como la alegría por uno mismo, […], lástima que esta alhaja sea tan frágil como bella y preciosa.

Lo que yo sé, lo puede saber cualquiera: mi corazón lo tengo yo solamente.

Sí, no soy más que un caminante, un peregrino en la tierra. Pero ¿vosotros sois algo más?

Todas las personas se engañan en sus esperanzas, en sus expectaciones.

Como se hace girar una mano, así cambio yo.

Algunas veces no comprendo cómo ella puede amar a otro, cómo le es posible, cuando solamente yo la quiero a ella de una manera tan íntima, tan entera, y no conozco orta cosa, no sé nada, no tengo más que a ella.

Ay, el amor, el gozo, el calor y la delicia que yo no procuro, no me lo dará la otra persona, y con todo un corazón lleno de ventura no dejaré felicidad a otra persona si está ante mí fría y sin vigor.

Perezca el hombre sin compasión que se burla de un enfermo que viaja a las más lejanas fuentes, que acrecentarán su enfermedad y harán más dolorosa su vida; el que se eleva sobre su corazón oprimido, y, para librarse de su conciencia devoradora y acabar con los padecimientos de su alma, emprende una peregrinación hacia la Tierra Santa. Cada paso que avanzan sus pies por el camino sin abrir es una gota de alivio para su alma angustiada, y con cada día que tarda en el viaje, su corazón se somete con más facilidad a muchas opresiones… y ¿hay que llamar a esto locura: vosotros, los tratantes de palabras en vuestras butacas?.

¡Qué es el hombre, este semidios tan alabado!. ¿No le fallan precisamente las fuerzas cuando le hacen más falta?. Y cuando salta de gozo o se hunde de dolor, ¿no se ve detenido en ambas cosas y devuelto a su conciencia muda y fría, precisamente cuando anhelaba perderse en la abundancia de lo infinito?.

Entrada relacionada:

Los sufrimientos del joven Werther. (1).

Los sufrimientos del joven Werther. (1)

Hoy estaba buscando frases célebres, de esas que subrayo cuando leo libros, (yo subrayo los libros),y al repasar lo que subraye en «Las desventuras del joven Werther» me quedé un poco perplejo de lo mucho que había. Por lo tanto dedicaré un artículo integramente a éste título.
Para aquellos que aún no lo han leído, para que les entren las ganas. Y para los que sí lo han leído, para refrescar la memoria, (me incluyo).

HE recogido con afán todo lo que he podido encontrar
referente a la historia del desdichado Werther, y aquí os
lo ofrezco, seguro de que me lo agradeceréis. Es imposible
que no tengáis admiración y amor para su genio y carácter,
lágrimas para su triste fin.
Y tú, pobre alma que sufres el mismo tormento ¡ojalá
saques consuelo de sus amarguras, y llegue este librito a
ser tu amigo si, por capricho de la suerte o por tu propia
culpa, no encontraste otro mejor!

Libro primero

¡Oh! ¡Qué es el hombre, y por qué se atreve a quejarse?
Quiero corregirme, amigo mío; quiero corregirme, y te
doy palabra de hacerlo; quiero no volver a preocuparme
con los dolores pasajeros que la suerte nos ofrece sin
cesar; quiero vivir de lo presente, y que lo pasado sea
para mí pasado por completo. Confieso que tienes razón
cuando dices que aquí abajo habría menos amarguras si
los hombres (Dios sabrá por qué los ha hecho como son)
no se dedicasen con tanto ahínco a recordar dolores
antiguos, en vez de soportar con entereza los presentes.

-¡Ah, qué es el hombre para que se pueda acusar a sí mismo!

-«…los dolores serían menores entre los hombres si éstos no se ocuparan con tanto ahínco de imaginación en evocar los recuerdos de los males pasados en vez de soportar un presente tolerable».

-«…los malentendidos y la pereza quiza causan más extravíos en éste mundo que la astucia y la perversidad».

-«Si me preguntas cómo es aquí la gente, tengo que decirte: como en todas partes. El género humano es una cosa uniforme. La mayor parte de ellos pasan la mayor parte del tiempo trabajando para vivir, y lo poco que les queda de libertad les da tanta angusstia, que buscan todos los medios para librarse de ella. «Oh, condición del hombre!».

-«Regreso a entrar en mí mismo y encuentro un mundo».

-«…, en el mundo todo va a parar a ser una basura, y es un loco quien por cuenta ajena se atrae por el dinero o el honor o cualquier otra cosa sin que sea su propia afición ni su propia necesidad».

-«…censuro como insoportables a los hombres que nos exigen la resignación ante el destino inevitable».

-«…ningún argumento me saca tan de quicio como que alguien salga con un lugar común cuando hablo de todo corazón».

-«A nadie en éste mundo le es fácil entender a los demás».

-«La primera impresión nos encuentra dóciles, y el hombre está hecho de tal modo que se le puede persuadir de la cosa más inverosímil: pero ésto se queda pegado en seguida, y, ¡ay de aquel que quiera volverlo a rascar y corregir!».

-«…el anhelo que hay en mí por cambiar mi situación, ¿no es una incómoda impaciencia interior que me perseguirá siempre por todas partes?».

Noticias relacionadas:

Los sufrimientos del joven Werther. (2).